lunes, 2 de septiembre de 2019

La gusanita que quería volar.





La gusanita que quería volar.


Había una vez una gusanita que quería volar y todo lo que hacia era dar saltitos. Era uno de esos gusanitos que juntando su cabecita y su culito, dan un estironcito y se levantan un poco del suelo, pero vuelven a caer a la tierra y siguen arrastrándose porque esa la forma que tienen los gusanitos de ir de un sitio a otro; y, porque, la forma que tiene de avanzar, es hacer unas pequeñas ondulaciones que son como olitas de su cuerpo, y, claro también hay otros gusanitos que tiene pequeñas patitas, porque hay muchas variedades de gusanitos. Pero todos tiene una característica: y es que se siguen arrastrando aunque sean adultos.

Pero voy a contar aquí un poco la historia de la gusanita que va a ser la protagonista de este cuento.
Esta “gusanita saltarina”, había nacido en una manzana donde se encontraba junto con sus papas gusanos y sus dos hermanitos mayores; todos gusanitos, claro está; y ella, había sido la ultima en nacer, en aquella manzana, que se había conquistado el “gran gusano padre”, junto con la bella y delicada gusanita madre.

Pero hablemos, solo un poco de ellos: todos era gusanos o sea seres que se arrastran para poder avanzar, pero todos tenían características distintas, según el sitio de la familia, el sitio de la vida… Y más cosas, que se irían descubriendo en este cuento.
El gran gusanito padre se sentía muy orgulloso de haber llegado a donde estaba, y bien podía estarlo, pues lo había conseguido a base de esfuerzo, trabajo y constancia, que es la única forma de conseguir las cosas. Pero, no es del todo así; porque la gusanita madre, estaba donde estaba por otras causas, no todas distintas, pero si había diferencias. La gusanita madre era “una oruguita”, que es una forma de gusanito, como los otros pero que principalmente tiene dos características diferenciales: tiene bellos pelitos que las hace muy vistosa y hace como todas las oruguitas: siempre andan en una línea; unos detrás de otros gusanitos, como en una procesión, como para no tener que pensar, en cual es el camino que hay que llevar; como para no tener que discurrir por si mismos. Y, esto, ella, en su inconsciencia trataba de inculcarlo a sus tiernos hijitos. Ella tenía otras características: se sentía como muy especial, tal vez porque se había copiado de alguien anterior a ella; pero, no viene a cuento ahora incluir las causas, en este cuento; y había aprendido a manejar el mundo, su mundo cercano, desde el sufrimiento.   
El orgulloso “gran gusanito padre”, todo lo que ha hecho en su vida ha sido por su gusanitos y por su “oruguita”, que desde ahora la llamaremos así. En esta particular pareja, parecía que el que mandaba era él: el gran gusanito padre, pero la realidad era que no; porque la oruguita desde, el ya citado papel, conseguía todo lo que quería. Y desde su sentirse superior o especial, aspiró a que sus gusanitos hijos estuviesen en lo mas alto: Al mayor lo enviaron a que estudiase para curador de gusanitos, pero sin pensar en lo que él quisiese y perdió muchos años de su vida en unos estudios que no usó; y se metió en una guerra sin fin con su gran gusanito padre; inconsciente, porque eso es lo propio de los gusanitos y de tantos otros seres que pueblan la tierra. En la gran mayoría lo habitual es: el no vivir conscientes, el vivir una vida sin darse cuenta. Este gusanito hijo, que le llamaremos “el gusanito que no quiso trabajar de doctor”; ¿que es un nombre demasiado largo?, si,  pero es que a este cuenta cuentos, por ahora no se le ocurre ninguno otro mas corto y mejor; y bueno, como lo vamos a nombrar poco, tampoco es un problema. Este gusanito, ya citado, se juntó con otra gusanita y tuvieron dos gusanitas más; aunque su unión no duró mucho.

La gusanita segunda, hermana del gusanito que no ….,  como todos los segundones, estaba acomplejada, pero no lo demostraba; trataba de disimularlo siendo muy eficaz, haciendo todo por todos, siempre tan servicial, y con ello se hacia querer mucho. También se juntó, eligió a otro gusanito, tan parecido a su padre, que a éste le encantaba, porque hablaban el mismo idioma. El idioma de los machos inconscientes. Y además alardeaban de ello; pobre gusanito inconsciente, todo era máscara; y tanta era la que tenía, que hasta le gustaba alardear de ella; con oportunidad de ciertas fiestas gustaba usar mas máscaras y se disfrazarse de gusanito noel. Puesto así, para que los que tengan que entender lo entiendan y los que no, pues no. Este gusanito, como el gran gusanito padre, creían que eran ellos quienes mandaban, aunque dijesen que no era así, pero en el fondo lo pensaban; pero nada mas lejano; porque “la gusanita hacendosa” había aprendido de su madre la oruguita: artes y artes: de la cocina, de… de…;   aunque también había aprendido del padre eso que se llama “carácter”. Todos aprendemos de los dos padres, porque de todos copiamos, más que lo que nos enseñan. Estos dos también tuvieron más gusanitos; que fueron gusanitas. Muy tiernas y encantadoras, por lo jóvenes, pero influenciadas también por la situación familiar en la que habían acertado a nacer. La mayor… la pequeña…

Pero, volvamos a la historia de la protagonista de este cuento. Hablemos de la pequeña gusanita saltarina. Ella en su infancia pasó por distintas etapas, como había venido la última a la familia, todos, la protegieron y ella se fue sintiendo muy importante, y se lo fue creyendo, pero también se sentía inferior y débil en lo mas hondo de su alma, y por eso comenzó a dar saltitos, porque así parecía mayor, mas alta; por hacerse ver, en aquel ambiente de seres tan aparentemente grandes, y porque con el tiempo en su natural curiosidad vio que otros seres volaban, y ella pesó que dando saltitos un día volaría también. Sus padres, en su protección inconsciente, y para que sus tiernos hijitos pudiesen tener lo que ellos no tenían, la enviaron a estudiar también; pero no a un sitio corriente, la enviaron lejos de casa a un sitio especial donde van los hijos orugas y del poder; todo lo cual significó un sacrificio económico para ellos, que lo único que consiguió, la pareja parental, fue tener que vivir una vida de trabajo excesivo, que los mantuvo unidos mas por necesidad de sobrevivir que por amor.

La protagonista, se esforzó muchísimo, porque la carrera a la que la enfocaron, o que ella eligió, era menos que la de su hermano mayor, y se dijo: yo voy a se mas importante, y se dedicó a trabajar y a estudiar. Y   trabajaba y daba saltitos; y saltitos cada vez más altos. Y, claro, esto da resultados. Pero la natural inconsciencia, la hacia repetir patrones, que es lo que los gusanitos hacen.

Un día se fijó en otro gusanito, que el contador del cuento, no conoce ni le interesa, y repitió la historia; y ese ser inconsciente, por su inferioridad, comenzó a maltratarla y ella que tenia la autoestima por los suelos, pues tanto la habían protegido, que no se había desarrollado como individuo; que no había madurado; se dejó maltratar, hasta que por el natural instinto de supervivencia dijo un día: ¡¡No más!! ; Y luego se sintió muy mal, porque también había aprendido el papel de la victima. Y se metió en él y sufrió mucho. Hasta que unos días después, la suerte, los dioses, el Karma o lo que sea, le hizo toparse con otro gusanito que había vivido, que había pasado por otra experiencia similar; y de vida parecida; tan parecida, que también era el gusanito menor de otra pareja de gusanitos y a este nuevo gusanito lo llamaremos…; dejemos que él se ponga el nombre.

Era un gusanito, también protegido, aunque no lo pareciese, o él no se lo creyese; también fue maltratado, por la pareja por la que fue elegido, otra oruguita; que hay muchas clases de maltrato y abusos. Y ambos, en ese momento de la vida de sufrimiento inconsciente, se encontraron; y, se unieron y fue tanto el amor que entre ellos se generó, porque tanta era su necesidad, que parecía que habían renacido de nuevo. De su rápida unión y como su fruto, se generó otro nuevo ser: una nueva gusanita, de ojos azules como el cielo y pelo de oro como los de su padre, cuando era pequeñito y tan angelical como él. A esta nueva gusanita la llamaremos “la de los ojos color cielo”.

Fuero pasando los años, y el amor era la mayor característica de esta pareja, y la pequeña gusanita de ojos color del cielo, fue creciendo y fue sacando los rasgos propios genéticos de las dos líneas que se habían unido; en ella, aunque dominaban mas unos que otros, porque esto es así, y generalmente son los de los abuelos los dominantes, mas que los de los padres. El carácter dominante paterno, es el más aparente.

Pero dejemos a esta y pasemos de nuevo a la protagonista. La vida nos trae cosas que no entendemos, o que necesitamos mucho tiempo para comprender; pero nada es gratuito, todo tiene su fin para nuestro crecimiento y desarrollo.

Habían pasado unos años y la Diosa Fortuna premió, con un nuevo ser, a la pareja formada entre el gusanito sin nombre, por ahora y la gusanita saltarina, que quería volar. Y ese nuevo ser o alma se instaló en el fruto del amor: otra preciosa gusanita, de ojos oscuros, que no por ello dejan de ser bonitos. Los genes nos traen los rasgos físicos, pero los del carácter y los espirituales nos los traen directamente los dioses. Y esta gusanita, apenas aun una larva, de vivos ojos oscuros, ya también va mostrando un carácter…

Y como decía Shakespeare: ”Y cuando habla el amor, la voz de todos los dioses, hace que el cielo viva el ensueño de la armonía”.  

La Diosa Fortuna, también, de vez en cuando nos presenta una época difícil, para que aprendamos a saltearla, para que sobrevivamos los que hayamos aprendido. Y, en este tiempo revuelto, cuando las cosas se ponen mas difíciles, los gusanitos que no son conscientes se atormentan; y también los gusanitos que han vivido como cigarras, en vez de cómo hormigas lo pasan mal; que no hay que vivir ni como unas ni como las otras, pero de las dos hay que tener; hay que saber cantar y hay que no olvidar que pueden venir tiempos peores; que de todo puede ocurrir. Y, como consecuencia de todo, ellos, se olvidan del amor y el ensueño de la armonía desaparece; y empiezan a crearse problemas, entre ellos, entre ellos y los hijos, entre cada uno y su entorno, y  entre… entre… Porque las mentes que no han madurado se vuelven obtusas   
Dejemos las generalizaciones, que, aunque ilustrativas, nos estaban desviando de la historia.

Un día la gusanita que quería volar, se tenía tan creído que ya volaba, que se enfrentó a un ser, que ya había pasado por todas las fases de la vida: había sido gusanito; y gusanito de carácter, como su abuelo; había creado una familia de gusanitos, y se había retirado en su crisálida, de donde, no sin el dolor que representa toda metamorfosis, había salido y volaba; ya no como gusanito, aunque así lo siguiese pareciendo, sino como mariposa. Lo cual había conseguido, después de una vida de trabajo y esfuerzo, en todos los sentidos, pero sobre todo de trabajo y esfuerzo personal. Y, este ser: volante o mariposa, en sus vuelos y desde su postura, en un nivel superior al de estar arrastrándose por la tierra; había aprendido, el como funcionan los gusanitos. Y, en sus vuelos, y por habérselo puesto como fin y único objetivo de su vida, se estaba dedicado a: intentar hacer, que todos los demás gusanitos pudiesen un día llegar a volar como él; o, si no lo conseguían, que al menos dejasen de ser gusanitos que se arrastrasen por el suelo donde cualquiera podría pisarlos. Y, entonces empezó a escribir; también, a escribir cuentos. Cuentos que los llamó de media noche, como este; porque son cuentos que, cuando su mente esta descansada le aparecen, como iluminación en ella; porque son cuentos que no se buscan, sino que se encuentran; porque son cuentos iniciáticos; son cuentos para pensar, para desarrollar consciencia, para crecer, para dejar de ser gusanito.

Y, la gusanita que quería volar, y que se creía que ya lo sabía todo y se permitió hacerle juicios, desde una postura de prepotencia, y desde uno de esos saltitos, que daba pensando que así era más grande. Y, eran tantos los daba que ya se tenia creído que era mas alta que nadie, que casi volaba. Y, a pesar de decir que le gustaba muchísimo, que era lo mejor que había escrito, no llego a entender el Cuento del Dragón, que el cuenta-cuentos le había regalado; y sin conocer nada más, sin conocer siquiera al escritor, sin conocerse siquiera a ella misma. Y, solo, pensando; y por encontrarse en esa edad, en la que los gusanitos se creen que ya lo saben todo. Que, como que, ya se tiene el mundo controlado, actuó.

Hay momentos en que la Diosa Fortuna y aprieta las clavijas a los gusanitos para ver a donde pueden llegar.

Otro día, la gusanita que quería volar, empezó a renegar de su madre: la oruguita; sin darse cuenta lo que también tenia de ella; diciendo… , culpabilizándola…. y culpabilizándose, por algo que ya no tenia remedio, ni mas importancia de la que se le quiera dar, “no debía haber hecho esto…, no debía haber hecho esto otro…”, pero, no se daba cuenta, que también había realizado mas repeticiones: por ejemplo  mandando a su pequeña gusanita: la de los ojos azules como el cielo,  a un colegio de elite, para no ser menos; para repetir la historia; que esto es lo que hacen los gusanitos: repiten las historias de sus padres, sin darse cuenta. Que no es que esto sea malo, pero hay cosas que a los gusanitos les hacen creer que son muy importantes Porque entonces se creen ellos el centro del mundo y esperan que todo ruede a su alrededor, y eso luego, la vida pasa factura, creando repeticiones, creando actos incomprensibles, creando desengaños, creando dolor, creando…, creando…   

Y también, la protagonista, que desde tiempo ha, estaba enfrentada con “el gran gusanito padre”. Por eso de las identificaciones, se enfrentó con esta otra figura representativa del poder. Porque esto ocurre en los gusanitos inconscientes, hacen proyecciones y generalizaciones. 
Este, es un comportamiento, que tienen todos los gusanitos inconscientes; se identifican con uno, generalmente con el que consideran como mas débil y al contrario no lo pueden ni ver; y en su consecuencia obran. Y también, generalmente, se unen con otros similares para aumentar y justificar su postura de victimas.

Y además dicen; “ahora yo no necesito a este”, “ahora yo, ya no necesito a este otro”, y no se dan cuenta de que el amor, que como padres, ahora sienten por sus gusanitas, lo tiene sus padres por ellos; que ese amor no se pierde nunca; y es tan fuerte que permite malos tratos, olvidos, y la falta de reconocimiento por lo recibido; que no es la vida, que esa la ha dado Dios.
Y, como seres egoístas, dicen que renuncian de la necesidad afectiva que todos los seres tienen, pero en una sola línea, claro está: y como se creen superiores y más listos que su generación precedente, no aceptan consejos, ni siquiera la más leve insinuación. Porque ellos han estudiado y lo saben todo y no se quieren enterar que a lo mejor solo ha conseguido llegar a ser como burritos cargados de libros, que el verdadero conocimiento lo da la experiencia.

 Y se van aislando; cuando en realidad todo el mundo necesita a todo el mundo; y, también, nadie necesita a nadie; pero a esto hay que llegar desde la maduración y no desde la prepotencia, que es muy distinto; y el despecho, o la depresión, y hasta desde la rabia; que a todo se llega, por la inconsciencia.

Este cuenta-cuentos, quiere cortarlo ya aquí. No sin decir, a favor, de “la gusanita que quiere volar, y que da saltitos para parecer más grande”; que no hay que parecer ser más grande, hay que serlo. Y en, su favor: que en realidad se ve que va creciendo, cosa que pocos gusanitos ni siquiera inician. Pero que se tiene que dar cuenta que para volar y esto es lo difícil de comprender hay que no levantar los pies del suelo. Que, si se dan santitos, esto ocurre; y, que hay que estar bien enraizado. Y que el crecer es doloroso, que ese crecer es “el sufrimiento conciente” que hay que aceptar, para evitar el inconsciente; porque la inconsciencia es la causa de todos los males. Y si esta gusanita comprende y aprehende de ello, algún día también entrará en su crisálida, para poder salir de ella, con unas preciosas alas que le permitirán volar de verdad; pero esto, si se persigue no se consigue.    
   
También, este cuenta-cuentos, que ha servido de canal a poderes no identificables, le deja e ella la decisión de enseñar a otros o no, este cuento que lleno de amor y desde el corazón le dedica, como regalo para el día de su santo.


Parido en Málaga, a 5 de Diciembre del 2010.
      
El cuenta cuentos, con alas de mariposa.


A forma de epílogo.

A éste cuenta cuentos, los dioses, pocos días después, le comunicaron el nombre que debería poner al “gusanito sin nombre”; pues él por su modestia no se atrevería. Y, siguiendo su encargo, se lo hizo saber a la gusanita que quería volar; que lo deberían llamar: “El gusanito que tiene un corazón de oro”. 

Ha pasado el tiempo, y “la gusanita que quería volar”, primero pidió permiso, para enviarlo a todos los afectados por este relato; cosa que hizo y a todos, al sentirse identificados, agradó y sirvió para “darse cuenta” y comenzar a hacer cambios en sus  comportamientos, a mejor.
Y, la gusanita que quería volar, comenzó, a hacer pequeños vuelos reales, desde la humildad, porque este es el primer paso. Y sigue en el proceso de salir de la crisálida. Y, llegará, a donde ella quiera.                                                               

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