lunes, 2 de septiembre de 2019

Historia de la princesita y el mago


Historia de la princesita y el mago

            Había una vez un mago que por sus andares por el mundo se vino a topar con una princesita y se hicieron amigos, el mago y muy a su pesar se convirtió en el paño de lágrimas de la princesita, y él tratando de ayudarla uso de todos sus saberes para intentar que la  princesita se diera cuenta de cual era su problema, pero ella que por lo que parece era un poco dura de mollera, no es que no fuera lista que si lo era, pero su ego  era mas fuerte de lo que parecía y no le dejaba madurar. Y por lo tanto no se enteraba y no cambiaba.

            Un día el Mago que ya estaba hasta el mismísimo gorro, si ese gorro que llevan los magos, parecido a los de los penitentes, pero con estrellitas pintadas y una luna. Pues estaba hasta el mismísimo pico del gorro, y entonces pensó en contarle un cuento a ver de una vez la princesita se daba cuenta. Y el cuento era así:  

            Un  día del frío invierno una  princesita vino a nacer en la áridas tierras de La Mancha, pero su padre el Rey por eso de los atares de la vida se marcho de esas tierras  y fijó su reino en las de de Castilla, para se más exactos en la amurallada ciudad de Ávila, aquello le gusto a la princesita y ella siempre ella decía que era de esa ciudad, tal vez porque era como más noble y tal vez también por que allí fue donde paso su infancia. O por que las murallas que la protegen tienen algo que ver con su carácter, que ella piensa que es fortaleza, no dándose cuenta que la coraza caracterológica es como una muralla que parece que nos protege, pero en realidad nos impide expandirnos   

            La infancia de nuestra princesita fue feliz en un principio, pero su felicidad pronto se vio truncada pues nació una hermanita que le vino a quitar el liderazgo, no es que fuera mas bonita pero como era la mas pequeñita llamaba mas la atención, como siempre pasa en casi todas las familias. Eso ella no lo sabia y no lo quiso saber, aunque pasase el tiempo, los años y muchos años.

            Ese hecho hizo que la princesita se hiciese nerviosa, e inquieta y tratase de conseguir el cariño de su madre, que es lo que necesitaba a través de travesuras. La reina: ”una gran señora”,  en vez de preocuparse por hijita la dejó en manos de sus doncellas, pensando que dándole todos los caprichos y sirvientas que la atendieran todo estaba resuelto, en vez de darle afecto, cariño y contacto personal, que es lo que necesitan los hijos, pero ella posiblemente no lo sabia pues a ella tal vez la habían tratado igual.

            Como la situación no cambiaba un día pensaron en meterla en un internado, eso si de lujo, y tal vez recomendado por algún capellán de esos que se acerca a las familias pudientes, para quitarles los bienes materiales y hasta los hijos, claro por la gloria de Dios, (Como si Dios necesitase esas cosas).

            Y allí fue ella a parar y allí aguanto todo lo que pudo, pero perdió su juventud. En su fuero interno y con la separación de su reina madre no se resolvió la falta de su cariño, como tampoco se resolvió el odio hacia su hermana. Y la princesita se quedó colgada en su estado de niñita dolida, su tierno corazón no maduró, el rencor no la dejaba crecer.  Y culpaba a su hermana en vez de hacerlo a su madre, pues era tanto lo que a que la quería y necesitaba que no se permitía pensar nada contra ella.

            Y pasó el tiempo y en su destierro, en su jaula de oro sus dorados barrotes la fueron ahogando, hasta que un día no pudo mas y en un descuido, como gaviota, viendo la puerta abierta voló hacia su libertar. Porque las gaviotas son aves nacidas para ser libre y en cautividad enferman o mueren.

            Su libertad no fue del todo real, pues los condicionamientos de su infancia, su juventud la habían marcado profundamente, como le suele suceder a casi todo el mundo, pero eso ella no lo sabía. Ella era libre, pero no lo era del todo, arrastraba el odio, el dolor, y el rencor de su infancia perdida, su juventud no disfrutada        
Y siempre culpó a su hermana; y aprendió a manipular y llegó a crear bandos y alianzas entre sus hermanos para atacar o defenderse y estos comportamientos y creencias las mantuvo siempre.

            Y el problema también se mantuvo porque su hermana siempre le tuvo celos, por creerla libre (cosa que ella no se permitía), y por ser la mayor como suele ocurrir en casi todas las familias.  Los problemas en familia no siempre tienen una sola causa. Pero el resultado es que nos hacen infelices. Y la vida pasa y pasa y no salimos de ellos. No salimos de ellos por que no queremos comprender, nuestro ego no nos lo permite.
   
            En su libertad se sintió bien, pero sus condicionamientos estaban siempre ahí desde el inconsciente, como situaciones no resueltas. Y trabajó  y se buscó la vida, aunque de una forma un poco artificial, pues las riquezas familiares la respaldaban económicamente y eso hizo que no aceptase verdaderos compromisos para sobrevivir, aprendió a no aceptar compromisos y enarboló la bandera  del no compromiso y tras ese estandarte forjó su vida,  y sus relaciones. Y hasta decidió no tener descendencia
No se si por no tener el compromiso que ello supone o por romper el proceso generacional debido a lo mal que a ella le había ido.
 
            Y pasó el tiempo y encontró a un HOMBRE, si con mayúsculas. Que la quiso muchísimo, le daba todo lo que quería, la trataba como la niñita que era, le daba libertar y le permitía su no compromiso. Todo maravilloso.  Pero la vida tiene sus toma y daca, y un día por ser él mayor se tuvo que marchar a la tierra del nunca jamás.  De la que jamás regresaremos y a la que todos iremos a parar cuando nos llegue nuestra hora.  Y ella pensó que lo debía acompañar en ese viaje, o que debía ella haberlo emprendido primero, pues no soporta el dolor, no quiere aceptarlo, aunque su comportamiento la haga infeliz; y se sintió sola y abandonada una vez más, por la persona a la que más quería.

            Ahora tiene la oportunidad de comprender, si ella quiere, y aceptar que las cosas son como son, y enfocar el resto de su vida aceptando el compromiso de vivirla, aceptando compromisos, cambiando el chip, o puede seguir como le va, queriendo que las cosas sean distintas de cómo son, no queriendo darse cuenta y esperando que todo el mundo cambie para seguir ella igual.

            Fin del cuento

            La princesita puede convertirse en una reina si sabe seguirlo, escribiendo el día a día.
            Con todo el cariño de tu amigo el mago del gorro en pico, con estrellitas y una luna de plata sobre fondo azul.         


En Málaga 18/07/2019

De la colección Cuentos de media noche                                        

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