CUENTO DEL PATITO
Había una
vez un patito que nació y era distinto a lo demás, creció entre los otros patos
y se comportó como ellos, pues no conocía otra cosa, pensando que él también
era un patito, y hacia cuá, cuá y comía gusanitos en el barro y todo eso. Y
aunque los otros pensaban que era algo raro, él en el fondo sabía que era algo
especial. Hasta que un día se encontró con un cisne y descubrió que era como
él. Y juntos levantaron el vuelo.
Este cuento me recuerda otro:
“Era una
princesa que nació, hija de un gran Rey, era persona inquieta y muy sensible, y
muy joven se caso con un caballero de armadura oxidada, que la sedujo con sus
encantos, pues, ese arte, esos caballeros lo saben hacer muy bien, y ella vivió
todo el tiempo pensando que si no fuera por él no podría vivir, y se convirtió
en una damisela con una diadema que le tapaba los ojos, diademas que el
caballero le regalaba, para que no pudiese ver más allá de donde él quería. Hasta
que un día la joven princesa se quitó la diadema y mandó al caballero a paseo.
Pero entonces se sintió muy sola, se culpabilizó, y hasta perdió las ganas de
vivir.
Pero sucedió que un día un Rey, ya mayor, que había vivido mucho y luchado en muchas
batallas, por lo que tenía mucho conocimiento,
se fijó en ella y se dio cuenta que la princesa no era una damisela sino
un verdadera reina. Solo, que ella no lo sabía. Como tampoco sabía que ella
tenía todas las respuestas a sus preguntas y todos lo poderes, que sus miedos
eran ocasionados por la costumbre. Que
no tenía que buscar ayuda, solo tenía que confiar en ella misma, vivir el
presente y arriesgarse. Que solo cuando
nos hacemos responsables de nosotros mismos crecemos y nos hacemos mayores, y
podemos convertirnos en verdaderas Reinas
o Reyes. Y entonces, siendo así, subimos a en un nivel superior, desde
donde podremos ver a los demás y lo más importante a nosotros mismos.
Que no
existen los fracasos, que en la vida todo son experiencias, (aunque estas duren
cuarenta años), que pueden salir bien o mal y que si así ocurre nos han de
servir para aprender. Y no caer de nuevo en los errores cometidos.
El Rey se
sintió muy feliz al recibir la misiva, en que ella, aunque no de forma
concreta, le relataba su amor, y la leyó entera, no una sino varias veces, para
que como la reina le decía “estar en conexión contigo”, y el corazón del viejo rey se ensanchaba de gozo, y aunque es diestro en vivir el
presente no podía evitar el fantasear sobre un halagüeño futuro, lleno de dicha
y felicidad.
La Reina le hablaba de gangas, problemas, limitaciones hándicap,
tiempo, comprensión, etc. etc.; pero también hablaba de cariño, dulzura,
confianza, sinceridad. Y el Rey sabe que eso es el amor. Y que el amor lo puede todo, que todo se
solucione. Y es amor lo que hace que las expresiones se vuelvan poéticas. Que
cambien los colores, que la vida se vea de otra forma, que el tiempo cambie…
Que el
tiempo se haga mas largo, mas largo de lo que el rey quisiera”.
Y aquí termina la historia. Por ahora
Depende de la Reina si desea volar como los cisnes o quiere
seguir andando como los patos.
Ya es tarde, me voy a la cama, los sueños serán
lo que mi inconsciente mande y si los recuerdo en la mañana, te los contaré
antes de echar esta carta, pues deseo que la recibas lo antes posible, porque
me imagino que te hará la misma ilusión que me ha hecho a mi recibir la tuya.
Muchos besos y quiérete mucho.
Málaga, 31 de julio 2011
De la colección cuentos de media noche
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