viernes, 23 de febrero de 2018

El SINDROME DE ESTOCOLMO DOMESTICO DEL HOMBRE



El Síndrome de Estocolmo Domestico del Hombre


Como consecuencia de no habérseme permitido publicar en Wikipedia, este tema; pues en ésta, como en todo grupo organizado existen sus propios “inquisidores”: y el que yo me defina como libre pensador, parece dar como resultado el no ser bien venido. Sobre estos términos me remito a mi anterior escrito publicado en este blogs titulado: “UN ESTUDIO SOBRE LOS GRUPOS HUMANOS”.

En las páginas de la enciclopedia citada, aunque se diga que el Síndrome de Estocolmo Domestico es común a los dos géneros, en las explicaciones y detalles aportados por los usuarios, solo se hace referencia a cuando la mujer es la víctima; y es de justicia el que se conozca más ampliamente cuando la víctima es el hombre. Ya que hay tantos que de forma inconsciente lo padecen y sus causas se diferencian de las de ellas.

Se debe tener en cuenta que una de las causas común es la dependencia afectiva y que ésta se da los dos géneros. Y que, en la mujer, es más corriente este síndrome por la dependencia económica; lo cual va, e irá cambiando, con la emancipación de la mujer, al ser ella proveedora de sus medios de subsistencia.

Pero existe una causa que es de gran importancia, para tener en cuenta: la dependencia sexual. La Naturaleza ha creado distintas necesidades de tener relaciones sexuales en los dos géneros y de todos es sabido o debería serlo: el macho necesita vaciar su próstata casi continuamente; y la hembra, su necesidad biológica de mantener relaciones sexuales, son solo unos días y en relación con sus periodos de gestación; si bien, también puede existir como búsqueda del placer, pero ésto ha sido evitado o condenado por siglos por las religiones. Esta diferencia, produce también que la esposa acepte por imposición unas relaciones demasiado frecuentes, las cuales no desea; y como resultado y defensa se conviertan en dolores de cabeza y otros síntomas mayores.

Pero, la consecuencia más importante es que, ante una diferencia de necesidades el que más necesidad tiene, tiene que pagar mas y eso le ha tocado al macho de la especie humana. Y por ello el hombre, en sus relaciones de pareja fija; por ser esta modalidad creada como una norma social pero no natural; lleva él siempre las de perder.
Entonces, el hombre que, está locamente enamorado y que solo ve a través de los ojos de su querida y necesitada esposa, la justifica. Y ella, por mantenerlo dependiente, lo manipula y lo castiga, a la menor falta o intento de liberarse de su opresión. La manipulación de ella, en busca del poder, se produce generalmente desde el victimismo; y, es aprendido por imitación de la madre y las abuelas; aplicándose de forma subliminar.
Y ahí comienza el Síndrome de Estocolmo del Hombre, que pasa por las mismas cuatro etapas publicadas con relación al Síndrome de Estocolmo de la mujer.
La primera es la “Desencadenante”: Los primeros malos tratos de su adorada esposa, que pueden ser sutiles y psicológicos, rompen la confianza y el sentimiento de seguridad; que el hombre también tiene depositado en su “idealizada pareja”. Se produce entonces una desorientación, perdida de referentes e incluso cae en comportamientos retroflexivos (significa echar la energía sobre uno mismo; sobre este término y más explicación sobre lo aquí expuesto aparecen en algunos de mis libros publicados (véanse los enlaces).
También, el hombre se deprime, se produce un dolor de cabeza, de pecho, de estómago, etc.; y se dedica, por lo mismo a machacarse: hacer deportes de sobre esfuerzos para mejorar su imagen y para gustarle más a ella.
Este comportamiento también suele presentarse, cuando en la pareja aparece el primer hijo; la madre dedica toda su atención al nuevo ser; y ésto es natural, como también lo es el síndrome postparto que pueda sufrir, pero el cual su causa es física; porque después de unos estiramientos; y de haber pasado una gran tensión la madre acaba agotada; y a partir de ahí se debe dedicar a amamantar y a cuidar a su hijo. Y, en su consecuencia, se olvida del padre; y éste, cae en su propia depresión y síndrome postparto del hombre, siendo su causa puramente emocional: se siente abandonado y ha dejado de ser importante; y entonces se busca sustitutos, que pueden ser: las drogas, más o menos legales o se dedica a trabajar en exceso con el pretexto que ya tiene otra boca más que alimentar; ya que, estando siempre ocupado, no tiene que pensar en sus emociones y sentimientos: “los hombres deben ser fuentes y no lloran”. Estos comportamientos, con el tiempo, se ven reforzados con la aparición de los siguientes hijos; o se mantienen por la inconsciencia de su causa.
Y eso da paso a la siguiente fase, que es la Re orientación: el hombre, en su aislamiento se encuentra solo y no tiene con quien comparar; por no ser, esta situación, de dominio público.  
Lo que da paso a la tercera que es el “Afrontamiento”:  Él ya percibe la realidad de forma desvirtuada, se auto-inculpa de la situación y entra en un estado de indefensión y resistencia pasiva. “La agresora le hace sentir culpable”. Y, en esta fase, él tratando de manejar la situación traumática, asume el modelo mental de su pareja.

En la última etapa: “Adaptación”, el hombre proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior. Y su Síndrome de Estocolmo se consolida, a través de un proceso de identificación con la agresora; y se hace dependiente de ella; y hasta se proclama feminista radical, si hace falta (bastantes políticos en España sufren este síndrome).
La pérdida del control de la situación que para él es difícil de asimilar, se hace más llevadera convenciéndose así mismo que tiene un sentido; ya que se identifica con los aparentes motivos de su esposa, por no conocer los verdaderos.
El hombre ya no busca nuevos referentes, pues su aislamiento y dependencia de ella es cada vez mayor. Normalmente a estas alturas se encuentra prácticamente solo y muchas veces sin el apoyo de la familia. El hombre ya no tiene con qué comparar, ni con quién, al estar aislado. Pues su agresora, en su lucha por el poder dentro de la pareja, de forma maquiavélica, se ha ido dedicando a enfrentando con su propia familia carnal. Y, a la que él ya odia. Puede tener amigos, pero por la inconsciencia de sus comportamientos, que pueden estar generalizados en el grupo, el tema no se aborda, ya que dan por hecho que sus comportamientos son normales y por ello no entran a valorarlos. Entre ellos se distraen hablando de deportes, de éxitos en el trabajo, o de “fantasiosas conquistas sexuales”; todo lo cual solo sirve para mantener su propia y oculta esclavitud.
En la mayoría de las parejas, entre los unos y las otras, se presenta una simbiosis, por existir el hecho de que “unos crean su propia dependencia; y las otras necesitan que las necesiten”.
Hay que tener en cuenta que estos comportamientos tanto en ellos como en ellas son comportamientos aprendidos e imitados inconscientemente. Y, por cuanto no son conocidos, son repetidos en una y otra generación.

Ésta es, una realidad, una triste realidad, que nos ha llevado a donde estamos. Hombres que se encuentran aislados. Hombres que por ser dependientes se han convertido en las verdaderas víctimas de una relación, que debió ser por amor y no lo fue. Hombres que no han sabido liberarse, afrontando su propia responsabilidad en contra de la represión. Madres e hijas, que repiten las historias de sus y madres y abuelas. Y que consideran a todo hombre como un ser despreciable, violento y abusador; y, al que hay que eliminar o cuanto menos no emparejarse con él.

Todo esto hay que conocerlo, para saber unos y otras, por donde vienen y van la cosas y no seguir en engaños ni comportamientos moralistas e infantiles.



Antonio Ramirez

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