El Síndrome de Estocolmo Domestico del Hombre
Como consecuencia de no habérseme
permitido publicar en Wikipedia, este tema; pues en ésta, como en todo grupo
organizado existen sus propios “inquisidores”: y el que yo me defina como libre
pensador, parece dar como resultado el no ser bien venido. Sobre estos términos
me remito a mi anterior escrito publicado en este blogs titulado: “UN ESTUDIO
SOBRE LOS GRUPOS HUMANOS”.
En las páginas de la
enciclopedia citada, aunque se diga que el Síndrome de Estocolmo Domestico es
común a los dos géneros, en las explicaciones y detalles aportados por los
usuarios, solo se hace referencia a cuando la mujer es la víctima; y es de
justicia el que se conozca más ampliamente cuando la víctima es el hombre. Ya
que hay tantos que de forma inconsciente lo padecen y sus causas se diferencian
de las de ellas.
Se debe tener en cuenta que
una de las causas común es la
dependencia afectiva y que ésta se da los dos géneros. Y que, en la mujer, es
más corriente este síndrome por la dependencia
económica; lo cual va, e irá cambiando, con la emancipación de la mujer, al
ser ella proveedora de sus medios de subsistencia.
Pero existe una causa que es de
gran importancia, para tener en cuenta: la dependencia
sexual. La Naturaleza ha creado distintas necesidades de tener relaciones
sexuales en los dos géneros y de todos es sabido o debería serlo: el macho
necesita vaciar su próstata casi continuamente; y la hembra, su necesidad
biológica de mantener relaciones sexuales, son solo unos días y en relación con
sus periodos de gestación; si bien, también puede existir como búsqueda del
placer, pero ésto ha sido evitado o condenado por siglos por las religiones. Esta
diferencia, produce también que la esposa acepte por imposición unas relaciones
demasiado frecuentes, las cuales no desea; y como resultado y defensa se
conviertan en dolores de cabeza y otros síntomas mayores.
Pero, la consecuencia más
importante es que, ante una diferencia de necesidades el que más necesidad
tiene, tiene que pagar mas y eso le ha tocado al macho de la especie humana. Y por ello el hombre, en sus relaciones
de pareja fija; por ser esta modalidad creada como una norma social pero no
natural; lleva él siempre las de perder.
Entonces, el hombre que, está locamente enamorado y
que solo ve a través de los ojos de su querida y necesitada esposa, la
justifica. Y ella, por mantenerlo dependiente, lo
manipula y lo castiga, a la menor falta o intento de liberarse de su opresión.
La manipulación de ella, en busca del poder, se produce generalmente desde el victimismo; y, es aprendido por
imitación de la madre y las abuelas; aplicándose de forma subliminar.
Y ahí comienza el Síndrome de Estocolmo del Hombre, que
pasa por las mismas cuatro
etapas publicadas con relación al Síndrome de Estocolmo de la mujer.
La primera es la “Desencadenante”: Los primeros malos
tratos de su adorada esposa, que pueden ser sutiles y psicológicos, rompen la
confianza y el sentimiento de seguridad; que el hombre también tiene depositado
en su “idealizada pareja”. Se produce entonces una desorientación, perdida de
referentes e incluso cae en comportamientos retroflexivos (significa echar la
energía sobre uno mismo; sobre este término y más explicación sobre lo aquí
expuesto aparecen en algunos de mis libros publicados (véanse los enlaces).
También, el hombre se deprime, se
produce un dolor de cabeza, de pecho, de estómago, etc.; y se dedica, por lo
mismo a machacarse: hacer deportes de sobre esfuerzos para mejorar su imagen y para
gustarle más a ella.
Este comportamiento también suele
presentarse, cuando en la pareja aparece el primer hijo; la madre dedica toda
su atención al nuevo ser; y ésto es natural, como también lo es el síndrome postparto que pueda sufrir,
pero el cual su causa es física; porque después de unos estiramientos; y de
haber pasado una gran tensión la madre acaba agotada; y a partir de ahí se debe
dedicar a amamantar y a cuidar a su hijo. Y, en su consecuencia, se olvida del
padre; y éste, cae en su propia depresión y síndrome postparto del hombre, siendo su causa puramente emocional:
se siente abandonado y ha dejado de ser importante; y entonces se busca
sustitutos, que pueden ser: las drogas, más o menos legales o se dedica a
trabajar en exceso con el pretexto que ya tiene otra boca más que alimentar; ya
que, estando siempre ocupado, no tiene que pensar en sus emociones y
sentimientos: “los hombres deben ser fuentes y no lloran”. Estos
comportamientos, con el tiempo, se ven reforzados con la aparición de los
siguientes hijos; o se mantienen por la inconsciencia de su causa.
Y
eso da paso a la siguiente fase, que es la
Re orientación: el hombre, en su aislamiento se encuentra solo y no tiene
con quien comparar; por no ser, esta situación, de dominio público.
Lo
que da paso a la tercera que es el “Afrontamiento”: Él ya percibe la realidad de forma
desvirtuada, se auto-inculpa de la situación y entra en un estado de
indefensión y resistencia pasiva. “La
agresora le hace sentir culpable”. Y, en esta fase, él tratando de manejar
la situación traumática, asume el modelo mental de su pareja.
En
la última etapa:
“Adaptación”, el
hombre proyecta la culpa hacia otros, hacia el exterior. Y su Síndrome de
Estocolmo se consolida, a través de un proceso de identificación con la
agresora; y se hace dependiente de ella; y hasta se proclama feminista radical, si
hace falta (bastantes políticos en España sufren este síndrome).
La
pérdida del control de la situación que para él es difícil de asimilar, se hace
más llevadera convenciéndose así mismo que tiene un sentido; ya que se
identifica con los aparentes motivos de su esposa, por no conocer los
verdaderos.
El hombre ya no busca nuevos
referentes, pues su aislamiento y dependencia de ella es cada vez mayor.
Normalmente a estas alturas se encuentra prácticamente solo y muchas veces sin
el apoyo de la familia. El hombre ya no tiene con qué comparar, ni con quién,
al estar aislado. Pues su agresora, en su lucha por el poder dentro de la pareja,
de forma maquiavélica, se ha ido dedicando a enfrentando con su propia familia
carnal. Y, a la que él ya odia. Puede tener amigos, pero por la inconsciencia
de sus comportamientos, que pueden estar generalizados en el grupo, el tema no
se aborda, ya que dan por hecho que sus comportamientos son normales y por ello
no entran a valorarlos. Entre ellos se distraen hablando de deportes, de éxitos
en el trabajo, o de “fantasiosas conquistas sexuales”; todo lo cual solo sirve
para mantener su propia y oculta esclavitud.
En la mayoría de las
parejas, entre los unos y las otras, se presenta una simbiosis, por existir el
hecho de que “unos crean su propia
dependencia; y las otras necesitan que las necesiten”.
Hay que
tener en cuenta que estos comportamientos tanto en ellos como en ellas son
comportamientos aprendidos e imitados inconscientemente. Y, por cuanto no son
conocidos, son repetidos en una y otra generación.
Ésta es, una
realidad, una triste realidad, que nos ha llevado a donde estamos. Hombres que
se encuentran aislados. Hombres que por ser dependientes se han convertido en
las verdaderas víctimas de una relación, que debió ser por amor y no lo fue.
Hombres que no han sabido liberarse, afrontando su propia responsabilidad en
contra de la represión. Madres e hijas, que repiten las historias de sus y
madres y abuelas. Y que consideran a todo hombre como un ser despreciable,
violento y abusador; y, al que hay que eliminar o cuanto menos no emparejarse con
él.
Todo esto hay que conocerlo, para
saber unos y otras, por donde vienen y van la cosas y no seguir en engaños ni
comportamientos moralistas e infantiles.
Antonio Ramirez
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